EL ALTO, Bolivia.- Un enorme crucero de concreto domina el horizonte de la ciudad de El Alto, en este país sin salida al mar, símbolo de la transformación de un bastión indígena que cuestiona su fidelidad por la izquierda antes de las elecciones de mañana.

El “Titanic” es uno de los edificios de arquitectura neoandina llamados “cholets”, construidos por “cholos” que hicieron fortuna en El Alto en las últimas dos décadas.

Victor Choque Flores, un empresario aimara de 46 años, desembolsó millones de dólares para levantar su “barco en un mar de ladrillos”, como llama a este excéntrico palacete de 12 plantas. Mira su cholet, el más alto de la ciudad. “Es un poco como nosotros”, los indígenas, dice. “Enraizados en el pasado pero mirando hacia el futuro”.

Por primera vez desde 2005, las encuestas pronostican un triunfo de la derecha en las presidenciales. La dura crisis económica pasa la factura a la izquierda en el poder.

Desde que llegó al poder hace 20 años con Evo Morales, primer presidente indígena de Bolivia (2006-2019) que prometió una revolución socialista, el país ahora atraviesa una carestía. La escasez de dólares, combustible y productos básicos recuerdan a los bolivianos la pobreza del pasado.

Choque Flores agradece a Morales, por abrir las puertas del poder a la población autóctona. Pero en El Alto, una ciudad que florece gracias al comercio, los residentes son pragmáticos: solo quieren salir adelante.

En 2003, antes de ascender al gobierno, Morales lideró aquí protestas contra las condiciones de exportación del gas, uno de los principales recursos del país. La represión dejó más de 60 muertos e hizo caer al entonces presidente liberal Gonzalo Sánchez de Lozada, apoyado por Estados Unidos.

Bolivia: sin pan, sin nafta, sin dólares, y con mucho malestar

Los vientos de cambio soplan ahora en las calles de esta metrópolis andina de 885.000 habitantes, donde las cabinas del teleférico más alto del mundo se deslizan sobre las cabezas de las mujeres de faldas coloridas y sombreros bombín.

Las paredes de la ciudad a 4.100 metros de altura están cubiertas por promesas grafiteadas del candidato de centroderecha Samuel Doria Medina, que asegura que traerá de vuelta dólares y combustibles a Bolivia con el lema “¡100 días, carajo!”.

Consciente de la importancia del voto indígena, Doria Medina, que compite codo a codo con el ex presidente de derecha Jorge Quiroga, organizó su acto de cierre de campaña, en El Alto, al filo de que comience la veda electoral.

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El dirigente campesino de 72 años Arcenio Julio Tancara habla en la radio San Gabriel, popular en la ciudad altiplánica porque transmite en aymara, y también respalda un cambio. Reprocha que Morales haga campaña por el voto nulo en protesta por su exclusión. Un fallo judicial que solo permite una sola reelección lo dejó fuera de carrera.

“Siempre llamó a huelgas y bloqueos” de caminos por la crisis económica, dice. “Al inicio entendimos que era necesario, pero luego vimos que no era por una causa, sino” para volver al poder, lamenta.

“Desinfectarse las manos”

Morales acusa a las autoridades de cercenar el derecho al voto de los indígenas. Es una táctica que toca fibras en la población rural, sobre todo la aymara.

“No queremos retornar al siglo 20”, dice Matilde Choque Apaza, líder de una asociación de mujeres campesinas de El Alto. En tiempos de campaña, los candidatos nos “agarran bien de la mano, pero cuando se meten en sus autos, en sus casas, lo único que saben es desinfectarse”, dice.

Choque Apaza, como muchas mujeres indígenas, apoya el llamado de Morales e invalidará su voto, tal como hará el 14% de la ciudadanía, según encuestas.

Santos Colque Quelca, presentador de radio San Gabriel, dice que crece el número de quienes llaman a decir “nunca más con Evo ni con (el actual presidente Luis) Arce” y apoyan al opositor que les parece “menos malo”.

Desde 2005, el oficialista Movimiento al Socialismo (MAS) ganó todas las elecciones en las que participó en primera vuelta con más del 50% de los votos. Ahora, la principal carta de la izquierda es el presidente del Senado Andrónico Rodríguez, que marcha muy rezagado de los punteros.

Doria Medina lidera la última encuesta de Ipsos-Ciesmori con 21,2% de las preferencias. “Vengo de una familia humilde (...), mi padre tuvo que dejar el colegio a los 14 años”, dijo en una entrevista.

Un candidato busca llevar a Bolivia otra vez a la derecha

Hoy, es un millonario que hizo fortuna con Soboce, una compañía de cemento que vendió en 2014 por 300 millones de dólares, es dueño de la franquicia de Burger King en Bolivia e invierte en el rubro hotelero.

Plantea renegociar créditos internacionales y eliminar el subsidio a los combustibles, una política que agota los dólares del país, genera largas colas en las gasolineras y es considerada la principal causa de la crisis.

Quiroga es un ingeniero de 65 años, graduado en la Universidad A&M de Texas, ex empleado de la multinacional IBM y hoy candidato de la alianza política Libre.

Fue vicepresidente del militar Hugo Banzer, un ex dictador que en los 90 alcanzó la presidencia por la vía democrática. Lo reemplazó luego de su renuncia por cáncer en 2001 y 2002.

Buscó la presidencia en 2005 y 2015, pero nunca tuvo tantas posibilidades como ahora. Ipsos-Ciesmori le da un segundo lugar con 20% a una semana de los comicios. Se denomina liberal, pero también atrae los votos más conservadores.